Esta noche sopló muy duro. Un temporal que es bien recibido.
Ayer por la tarde clareó el tiempo. Mar de fondo que me dejaba pescar por los escenarios de costumbre.
Pero preferí echar un vistazo por las puestas de invierno. Las considero aquellas que se encuentran al este de la ensenada de Dexo.
Las sendas están abiertas por el tránsito de caminantes y ciclistas; las trochas, repletas de tojos y muy descuidadas; los tramos finales, a la caída del acantilado, sin pisar y muy peligrosos.
Este tramo de costa es de bella configuración. No muchos tienen el privilegio de asomarse a estos soberbios precipicios.
Di un buen paseo. Incluso eché una calada en un promontorio de más fácil acceso. Pero los sargos no andaban por ahí. Mejor cuando cuaje el invierno, como es habitual.
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