Ayer tarde bajé por la misma zona. Aire de nordeste y mar en franca decadencia.
Había preparado una bajada ( "olvidada" por los amantes de la pesca). En el último tramo, un escollo que me preocupaba era ahora finalmente solventado. Fijé una pica ( a base de martillazos que a más de un cuco despertaron...) y anudé a la misma unos metros de cuerda
Al fin pude hollar ese spot que hacía años no pisaba. Para un tipo que estaba tan habituado a estas -digámoslo así- peripecias, fue una manera "inmadura" de rescatar, de esta perenne nostalgia, emotivas vivencias.
No había muchos peces, pero aún con todo logré engatusar a unos cuantos sargos. Para ello tiré de la experiencia. Busqué un espacio pegado a un rochel. Ahí el agua batía, creando unas aceptables condiciones.
¡Cómo presta pescar este pez! ¡ Cuántas mareas y energía le he dedicado!
Y así pude olvidar -aunque solo sea por un mero lapso - aquellos rigores impuestos por las múltiples responsabilidades, por la sensación ingrata que asocio a la cercana vejez y por los malos tragos experimentados en los últimos tiempos
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