Creí que ya había acabado con todo. "Con todo" se corresponde con una expresión que casi podríamos calificar de malsonante, o mejor inapropiada. El "todo" es tan relativo ( al total o entero o integridad de algo definido) que se puede considerar como una falsa - o mejor, falaz- interpretación de la realidad causal. Es pertinente manejar su  antónimo natural, pues no hay nada más superlativo que la "nada". Y es que se dirime ello -la "nada"- como contingente afecto a la realidad conforme. Así que realmente no habría acabado con "nada" pues el "todo" ( como expresión de inquietud, sentimiento y necesidad) mantenía un intenso pulso dentro de mí. Y ha salido vencedor, de esta cuita necesaria.


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