Mucha boga, poco sargo y "ella", que nos dio "vidilla"...

EL título simplifica las sensaciones que hemos tenido, por Ortegal.

Estos meses hicimos varias incursiones al sargo. En realidad se cuentan con los dedos de una mano. Por la zona inmediata a Coruña dos "cuasi bolos" ( un sargo) y por Muxía un bolo impresionante, diría inaudito pues jamás me pasó cosa igual. Esta época no es muy buena, no porque no haya sargos, que sí, sino por la cantidad de aparejos largados por toda la costa. Se hace notar y no es cuestión de abrir polémicas, pero no hay otra explicación.

Ya llegará el invierno, el mar de fondo... y los sargos grandes encontrarán espacios para alcanzar lel artesano anzuelo del pescador de costa.


Y nos decidimos a bajar desde Teixidelo. Hacía meses que no iba. La compañía de Manolito y Jaime ayudan, pues el buen ambiente, la camaradería y la lealtad imperarán, seguro. Y a medio camino, un respiro, pues , al menos yo, ya no estoy más que fondón, aunque el oxígeno sigue circulando bien.



Bajamos con las cañas de boya. Nos llevó menos de una hora. Puesta a punto rápida, espera a repunte y a calar. Pero nada. Bueno, a esperar, pues no entró ni un sargo.

A partir de media marea esa zona de bajíos se va llenando, y rápido con marea viva. Es cuestión de conocer un poco los pozos, las rocas emergentes y lo que circula alrededor. Y elegir el tono de agua y corrientes adecuadas. Luego, que haya pescado. Pero hay poco, muy poco. Demasiados "pretendientes"...

De repente, baja la boya. Un buen pez tomó la tira de chipirón. De eso que al principio parece un sargo grande, que siempre hacen igual, cogen agua y peso de impresión. Pero ya iban dos viajes sacando mono del 0.28mm y ya me imaginé que lo que salió era un robalete.

Con el chipirón tengo hechas grandes pescatas de lubina. Pero siempre es un problema que sólo añade más incertidumbre al deporte. Pues si preparas bajos en secciones gruesas ( más del 0.28mm) tienes más ocasión de parar un roballo; invariablemente, las picadas del sargo dan un vuelco general. Así que pescas normal, como al sargo, y te encomiendas a la suerte o pericia cuando un lubinón da cuenta del molusco. Y este apartado, con la caña de 7 metros, con aparejos muy finos ( ésta fue pescada con el 0.21mm) y un escenario lleno de rocas, se vuelve complicado a partir de ejemplares de 2,5 kilos.

Pero ahí estaba Jaime, que la cogío, pues desde la roca en que estaba se complicaban las cosas. No era grande, poco más de 3 kilos, pero nos dio "vidilla" para una jornada lluviosa, dura, escasa de pesca pero que floreció en la tarde, regalando una luz prodigiosa y un ascenso lento ( no para Jaime, que subió ¡en menos de una hora!) y feliz. Al fin y al cabo es lo que cuenta ¿no?...

Hasta pronto, amigos.










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