Lo que exige la lubina...

Este año me he planteado dedicarme a la lubina.  Sé lo que significa: compromiso, sacrificio y abnegación, para, en un momento determinado, gozar de esa situación tan alucinado de verse, cara a cara, con un robalo de 6 kilogramos. Sensaciones que, utilizando estas cañas de spinning ligero, en escenarios tan complicados como podási imaginar ( ahí donde los robalos se sienten seguros), no dejan de ser la llama que enciende esta pasión.

Y dejé la pesca del sargo, desde la última "entrada" (en el blog) de marzo. Arrinconada, como si ya no formara parte de mí.

Las lubinas me han dado una de cal y otra de arena ( robalos recientes perdidos), pero siempre sigue ahí la tentación. El sargo, pues olvidado, volcando toda mi atención en "Dicentrarchus".




Mi querido amigo Manolito me tentó de abandonar esta postura tan extrema (yo soy así, qué le voy a hacer...). Y hoy fuimos al Espárido, después de meses sin  mecer las boyas. NI siquiera llevé la caña, sí la cámara de fotos. Manolo  llevó todo el equipo, así que él tiene toda la parte en lo que fue esta jornada.

Viajamos, buscamos en un mar plagado de lanchas, de submarinistas, de colegas de la caña...y encontramos, con ondas tímidas, con aguas claras...pero el sargo está ahí, fiel a la cita que desde hace lustros mantiene, que le hace acercarse a mí a tentarme para no dejar de verle.

Quizá demasiados sargos, a pesar que dejamos de pescar a media marea. ¿para qué más?...










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