Con pulga , pesca divertida 2
LA PESCA CON PULGA
ÉPOCA -LUGARES
Salvo ciertos periodos poco favorables, como durante el tramo medio del invierno y en época de marejadas, es un deleite acudir a los aspectos favorables que aporta este cebo. Sin embargo, la colecta en presente se hace difícil hasta que entra la primavera.
Si hemos sido previsores, guardando unas raciones (de al menos 500 gramos cada una), habremos acertado con grandes pescas de “pardetes” del frío. Desde finales de noviembre a febrero, con una ausencia considerable de alimento en la costa, bandos plagados de grandes especimenes hambrientos sucumbirán ante la pericia del pescador avezado. De hecho, es posible llegar a la lucha con ejemplares de hasta 4 kilogramos... ¡enormes, en fin!
A pesar de ello, resulta preferible la temporada que va desde abril a junio hasta la cota de septiembre hasta noviembre, antes de la llegada de los rigores.
En el caso de las apreciadas lubinas y los sargos, estas especies disponen de sistemas de macizado adaptados a la época. La pulga es una opción cierta y ventajosa que contrarresta las inconveniencias que acompañan al agua transparente del estío.
Desde puertos a profundos acantilados, toda la costa es propicia. No obstante es preferible poner interés en aquellas desembocaduras en playas ricas en cebo. También en los pedreros desde cualquier posición, sin olvidar canales entre promontorios, grietas profundas entre las sierras, donde proliferan las algas pardas. Oportunidades por doquier.
Par el sargo uso anzuelo del 1/0 al 2, recto o curvo. Se meten varias (dos o tres a lo sumo) pulgas comenzando por la cola y con las patas hacia fuera (para que las patas se agiten algo ya que estamos pescando con pulga viva). Para el muil, usando congelada, un anzuelo del #4 tipo limerick (los mustad bronceados son económicos y suficientes). Se mete una grande o dos pequeñas, comenzando por cola y con las patas para adentro (el muil sorbe más que traga y por eso al estar la pulga metida así para adentro la tragan y clava mejor).
MATERIALES
Aquí y ahora quizá se trate de preferencias. Pues bien, para la pesca de mújoles y lábridos me entusiasma la caña boloñesa, de potencia reducida (10-20 gramos) y unos 4 a 6 metros de longitud. Con una acción eminentemente parabólica, facilita la elección de sedales finos con los que poder sustraer el habitual recelo de los muiles, con un buen fluorocarbono del 0,18mm o del 0,20mm de sección. Esta fórmula es "la divertida"; pero, para pescar mújoles en cantidad, sin crear aspavientos en el banco, el sistema que empleamos es a vara fija y al poso, con boya pequeña. Empleamos varas potentes, de 4 a 5 metros desde el cantil. Se trata de estar abajo, cerca del agua. Asomar la puntera de la caña, bajar la boya y pescar al tiento. Si comen bien, la boya se hundirá rápido. Tirón y lucha exigua (por eso la caña potente), con bajos del 0,28mm-0,30mm..asi perderemos pocos mújoles y haremos "pescata".
Las maragotas y los tordos no van a presentar muchas objeciones a un monofilamento del 0,24mm o del 0,28mm, incluso hasta el 0,40mm si pescamos a fondo. Un arpón del nº 6 o del nº8 será determinante si pretendemos clavar julias; para los tordos grandes será suficiente un nº6; las maragotas requieren algo más contundente, pongamos que un número 4.
Las lubinas y sargos, en un ambiente algo tumultuoso, atraparán pulgas con frenesí sin advertir el hilo del 0,24mm hasta el 0,30mm que hayamos empatado con maña sobre un anzuelo del nº1 al 4 recto forjado o un limerick típico estañado o bronce. Se trata en ocasiones de los rompientes acostumbrados, por lo que sigo optando por la caña de 7 metros de alta potencia, como hacemos durante el invierno.
Aquí y ahora quizá se trate de preferencias. Pues bien, para la pesca de mújoles y lábridos me entusiasma la caña boloñesa, de potencia reducida (10-20 gramos) y unos 4 a 6 metros de longitud. Con una acción eminentemente parabólica, facilita la elección de sedales finos con los que poder sustraer el habitual recelo de los muiles, con un buen fluorocarbono del 0,18mm o del 0,20mm de sección. Esta fórmula es "la divertida"; pero, para pescar mújoles en cantidad, sin crear aspavientos en el banco, el sistema que empleamos es a vara fija y al poso, con boya pequeña. Empleamos varas potentes, de 4 a 5 metros desde el cantil. Se trata de estar abajo, cerca del agua. Asomar la puntera de la caña, bajar la boya y pescar al tiento. Si comen bien, la boya se hundirá rápido. Tirón y lucha exigua (por eso la caña potente), con bajos del 0,28mm-0,30mm..asi perderemos pocos mújoles y haremos "pescata".
Las maragotas y los tordos no van a presentar muchas objeciones a un monofilamento del 0,24mm o del 0,28mm, incluso hasta el 0,40mm si pescamos a fondo. Un arpón del nº 6 o del nº8 será determinante si pretendemos clavar julias; para los tordos grandes será suficiente un nº6; las maragotas requieren algo más contundente, pongamos que un número 4.
Las lubinas y sargos, en un ambiente algo tumultuoso, atraparán pulgas con frenesí sin advertir el hilo del 0,24mm hasta el 0,30mm que hayamos empatado con maña sobre un anzuelo del nº1 al 4 recto forjado o un limerick típico estañado o bronce. Se trata en ocasiones de los rompientes acostumbrados, por lo que sigo optando por la caña de 7 metros de alta potencia, como hacemos durante el invierno.
PRECEBADO
El proceso de precebado del agua resulta un periodo fundamental. Varios puñados iniciales lanzados al canto de la piedra, allá donde golpea la ola. La pulga- viva- se verá movilizada por la corriente, circunstancia que le impedirá alcanzar refugio en el fondo o en las incontables anfractuosidades de la roca. Un puñado ahora, otro una vez transcurridos varios minutos, siempre escondidos, invisibles, nosotros.
Si de concentrar mújol se trata, tramaremos con preferencia otra situación. La pulga, si esta viva, la iremos machacando dentro de un cubo de boca ancha y fondo fuerte. Utilizaremos un mortero de madera, instrumento que es fácil de concebir.
Dicha estrategia lleva aparejada el siguiente objetivo: aturdir, hacer perder la movilidad frenética del anfípodo. No se trata de ninguna incongruencia ¿capturar pulga para luego matarla?...antes que nada interesa mantener una convocatoria uniforme ante peces como los mújoles, que se desplazan lentamente en cardúmenes bastante concentrados. Si vertemos pulga viva en un inicio, esta se dispersará sin más. Pero, una vez que hemos conseguido acercar el grupo a la misma orilla y vemos que se ceba sin sospecha, entonces podremos lanzar con disimulo.
ESPECIES-TÉCNICAS
Pleno verano, Mar tranquila y viento del nordeste... aciago día de pesca ¿dónde voy con las aguas transparentes? Sólo me resta como opción las agujas de la tarde; o bien un intento en la pesca de muiles; tordos y maragotas en algún canal en la bajamar; o bien ambas cosas a la vez. Recuerdo la pulga que guardo en el congelador, cuatro raciones.
Parece que van entrando en la puesta tras una larga hora macizando con rutina, y precaución de no ser visto. Una ligera veleta –de 4 gramos-, plomeada mediante 3 perdigones dispuestos equitativamente sobre un bajo corto, de unos 50 centímetros (pues veo que los peces se afanan en capturar la carnada en superficie).
Dudo, pero lanzo; veo moverse la boya, pero no tiro. Ahora sí, un fuerte golpe que clava el anzuelo del nº10 en el débil labio superior de una gran pieza. Caña firme, con la puntera hacia arriba; cinco metros que se arquean evitando que el ejemplar se encamine en una perenne escapada. El factor esencial consiste en evitar una huida del resto de acompañantes, por tanto una pesca ágil, rápida, de reflejos.
Aún se practica la pesca al tirón, con cañas de bambú cortas y en aparejo fijo de gran diámetro: esencia de tradición y experiencia, cuando se consigue que un receloso animal, en su lucha por el alimento, elimine la desconfianza.
El eterno problema, la duda colectiva enraizada en la cultura popular: las escamas, evitar que éstas caigan al agua. Efectos perniciosos para la puesta, que la anulan. Mas, en ocasiones la ley no se cumple... pero mejor prevenir depositando los peces en un buen cubo, o mejor en un tradicional cesto agrícola, o en una saco apropiado.
Pero, afortunadamente, tordos y maragotas (y julias) ofrecen otro comportamiento. Un terminal largo, que aproxime el anzuelo al lecho donde deambulan; un intenso precebado con pulga machacada y mezclada con arena: interesa que profundice con rapidez.
Ya está, esperar la pronta picada, un par de movimientos remolones y la boya hundida con violencia. Sabemos el resto, y si se trata de una gran maragota, paciencia, aguantar los dos tirones iniciales sin dar tregua alguna.
Sopla el aire, viene del mar ¿cómo demonios se lanza la pulga viva? No hay problema: donde bate el agua, incluso en seco, la dejamos caer y la corriente se encargará del resto. Las lubinas no encuentran traba alguna en rozar con sus bellos lomos los salientes inmediatos a la postura donde evolucionamos. De esta suerte, pescaremos en la cercanía, colocando varias pulgas en el anzuelo, esperando, demandando un indicio, una expresión del flotador rojo brillante... ¡qué se hunda, qué se hunda!
“Ceremonia”
Roballizas de hasta dos kilogramos son frecuentes si conocemos las zonas precisas. Veranos de cualquier año, en una desembocadura, en el repunte de la marea, cuando “Dicentrarchus” penetra en su diaria excursión. La pulga no fallará si somos pacientes y comenzamos en el momento justo.
Tema tan apasionante como extenso, que requeriría un desarrollo amplio, deja a la luz la esencia misma de una técnica que se pierde en la noche de los tiempos, expresión de la sabiduría popular del pescador de costa.
Sobrias pinceladas que espero azucen la mentalidad curiosa y la inagotable búsqueda de información que unos y otros mantenemos con espíritu, más allá de una simple afición.
Se trata de nuestro “Universo”... ¡y lo protegeremos!
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